jueves, 29 de marzo de 2012

Incógnitos Anonimos. Vol 1.


Desde hace unos años no entiendo el porqué de tu marcha. Sé que has huido a un lugar mejor, pero yo sigo sin entender porqué te has ido. Sé que nuestro adiós fue un adiós sin rencores, un adiós sin mentiras, un adiós indefinido. Pero ese dolor que aún conservo en lo más profundo de mi alma, sigue dándome caña cada vez que cierro los ojos, cada vez que llego cansada del trabajo, cada vez que llego a la cama y me acuesto. Me cuesta horrores pensar en ti, no lo puedo evitar. Sé que tu marcha me ha dolido y sé que jamás me voy a recuperar.


Hoy he empezado a leer mis diarios y he visto que no ha cambiado nada. Todo sigue igual que siempre. Me veo ante al espejo como un alma perdida incapaz de coger su rumbo, incapaz de coger el tren de su vida. Las vías se están descarrilando y no soy capaz de ver las cosas más dulces que te ofrece el mundo. Este mundo lleno de mierda. Este mundo lleno de hipocresías, donde el dinero llama al dinero. Donde ni el más santo puede tirar la primera piedra. Este mundo, donde solo huele a moho y estiércol. Este mundo en el que he nacido, he visto que tú eres mi única salvación. Tenerte a mi lado, durante ese tiempo, me hizo sentir viva, capaz de resolver mis miedos. Te necesito para poder romper todos los muros que la vida me impone. Te necesito para sacar adelante todo lo que me propongo. Pero, no puedo si sé que cada vez te alejas más de mí. Eres esa llaga que ralentiza mis cuerdas, eres esa balanza que calcula mis fracasos. Eres esa luz que nunca me abandona, eres ese dios pordiosero que me inhala de valor. Eres esa fuerza que hace levantarme cada día. Eres esa magia que irradia mis buenos momentos. Eres esa vida que nunca llegaré a vivir. Eres esa flor que jamás se marchitará. Por favor, con esto y lo que voy a contaros a continuación, espero que comprendáis el porqué de esta incómodo anonimato. Lo entenderán todo cuando les cuente el comienzo de mi fin, y por lo tanto el comienzo de una nueva vida.

Viaje exprés por lares vikingos. Siglo XXI. Una visión del más allá.


Miraba hacia la ventana y no veía mas que nieve y vikingos por doquier. Todo era
azul y penetraba profundamente en los ojos de Alisha. Estaba sola, leyendo un libro del señor
Darwin e intentaba averiguar qué coño quería decir ese hombre con eso de que sólo sobrevive el
que más acepta el cambio. No entendía ni una palabra de lo que este tipo barbudo decía en ese libro roñoso y lleno de rayones. El caso es que Alisha había decidido marcharse de esa ciudad tan fría y oscura para pertenecer a otros mundos donde la gente disfrutaba realmente de la vida, o eso al menos, es lo que le habían dicho a ella hace un tiempo atrás. O no, espera, no se lo habían dicho, lo había pensado ella por sí misma. Se había convencido de que esas gentes barbudas, gordas y más frías que un iglú en Groenlandia eran gente rara y hosca. -No, no, ya no quiero estar más aquí- dijo Alisha de repente. Cogió las cuatro cosas que tenía en esa habitación de mala muerte donde llevaba viviendo más de tres años, una vivienda que perteneció a los oscuros años de la guerra y donde habían matado a más de un millón de personas por su color de pelo, ojos e incluso el color de la piel. Alisha no sabía el porqué de este caos que marcó una época negruzca. Sus padres habían sido desterrados al pueblo vecino, gente humilde pero con ganas de sobrevivir. Ahora, sentada en ese tren exprés que la llevaba al más allá, decidió no mirar hacia atrás y seguir adelante con su mísera vida. Estaba decidida a tomar nuevas riendas y comenzar lo que podría ser un nuevo mundo.

Mientras miraba a través de la ventana, escuchaba aquellas extrañas voces que venían del pasillo opuesto. Un acento un tanto peculiar le recordó a aquel canoso hombre que llamó una vez a supuerta preguntándole si quería escapar con ella al paraíso colombiano. Ella, con sus palabras más sinceras, le dijo al pobre hombre que eso no podía ser, que tenía que aceptar lo que estaba por llegar. Tenía que ser firme y seguir donde el viento la llevara. Una vez parado el tren, Alisha cogió su maletín y su viejo libro y salió a correr en busca de su nuevo destino, fue ahí cuando se dio cuenta que ese loco barbudo tenía razón. Tenía que aceptar el cambio, ser fuerte y volar hacia el más allá.