jueves, 7 de noviembre de 2013

Emociones efímeras

No a las emociones reencontradas
No a los abismos desesperados
No al color de la noche
No a la brisa desnuda.

Me veo en el espejo,
Lloro y me entrego.
Los días de tristeza
Ya se esfumaron.

Ya no queda nada del ayer,
Es pura dinamita del dolor.
De nada sirve que viva
Sin sentir el abrazo del adiós.

No sin emociones, no sin tocar
El cielo de la nube rota.
¿de qué sirve el halo de esperanza?
No, no, camino y no me escondo.



El horizonte de los sueños rotos

Quiero ser máquina para no sentir mis latidos,
Quiero ser mármol para no sentir el roce de tus besos,
Quiero ser piedra para para no observar el horizonte,
Quiero ser el sol para verte cada noche.

¿Dónde está aquello que vivimos?
¿Dónde está el cordero del olvido?
Se fue sin un efímero adiós
Porque es un mago del ángel caído.

Ya no estás aquí para ver la luna llorar
Ya no estás aquí para oír tu boca reír,
Te fuiste sin bailar
Te fuiste con ansias de sentir.

Ay bendito mago,
Tocó lo que más perdí y
Se me olvidó que ya el horizonte

Se fue danzando con mis sueños rotos. 

miércoles, 6 de noviembre de 2013

La estupidez de los seres inteligentes

¿Sabemos por qué los seres humanos actuamos del tal o tal manera ante tal o tal situación extrema? Podríamos decir que hay miles de estudios sobre personas inquietas que no saben discernir entre el bien y el mal. Desde que aparecieron los primeros humanoides, hemos sido perpetuados como seres inteligentes, como seres capaces de hacer cualquier cosa para sobrevivir. Sin embargo, la cosa no está tan nítida. Creo que deberíamos de recapacitar un poquito más en lo que hacemos y decimos. Pero sobre todo en lo que decimos. Hemos sido capaces de irrumpir, de expandir profundidades ocultas, de superar límites indescriptibles, de ir caminando como cangrejos hacia el futuro. Pero yo me pregunto "¿es que acaso no podemos mirarnos al ombligo un rato y decirnos, pero por dios, basta ya de tanta estupidez? ¿acaso no sabemos mirar hacia nuestro dedo y ver como nos tiembla para descubrir que somos más estúpidos que un pollo sin cabeza?. De hecho, estos pobres pollos al menos son capaces de caminar hacia adelante sin tener cerebro. Y no, nosotros, con la cabeza bien alta y el cerebro sobre nuestros hombros, ni caminamos para atrás ni para adelante. Estamos quietos. Absortos en lo nuevo. Odiamos pensar en nuestras bocas. No nos escuchamos. Decimos para luego otorgar a otros nuestras desorbitadas chuminadas. El otro día, pasé por un bar, muy lindo todo, la comida exquisita y el perro del dueño cantaba un bolero magnífico. Pero, el mismísimo infierno se apoderó del bar y empezó a chillar como un loco. Estaba vestido de blanco, para más inri, y no paraba de soltar palabras sin sentido durante toda la noche. Se hizo de madrugada. Me fui a casa, me acosté y me volví a levantar. No pude dormir. Vi un pollo tras la puerta, sentí miedo pero fui tras él. Cuando llegué a su territorio se da la vuelta y sigue. No supe qué hacer. Así que me detuve un rato y pensé. Pensé en todo lo ocurrido. Pensé en la estupidez humana. Mi sonrisa me dio una carcajada y empecé a soñar. A caminar hacia el pasado. Y de ahí, que ahora mi ombligo está enfadado, muy enojado incluso. No para de callarme. De decirme que pare. Que haga como el pollo y siga hacia adelante. ¿Tendrá razón mi ombligo y he de imitar al pollo? Pregunta sin respuesta, dirán muchos. Pero no, si la hay. Búsquenla en su ombligo. 

Infinito

Vacíos de pasado,
vacíos infinitos,
vacíos de dorado
que se sienten sordos

donde los años se acaban,
donde la hermosa luna 
se enfrenta a la cuna
de los que lloran.

No es infinito lo que no se evade,
lo es cuando permanece inmóvil,
es infinito lo que se vende
lo es cuando atardece en Brasil.

Ya no he de perder el tiempo,
el presente canta en mi puerta.
He de irme pronto,
la nube esta inquieta. 

Intensidad

Intensidad es eso que tocas y te sale hielo. Eso que se marchita si no la admiras junto al horizonte. Intensidad es vivir como una noria de papel. Como una flor que llora cuando no te ve. Como una boca de ron al caer la noche. Como un beso perfumado al amanecer. Como un piano que canta al atardecer. ¿Pero qué pasa cuando llega la luna y todo se esfuma? ¿es que el ángel que cae del árbol no sabe que yo ya estoy inerte? ¿Acaso no sabe que nada me tienta más que ver el río llorar? No es posible que cuando las ventanas reflejan la música del viento, me lleven hasta el parque donde nos vimos nacer. Donde nos vimos morir. ¿Es esa la bota de acero que llevaste aquel día? ¿es esa la pluma que rayaste en mi piel pálida? No, ángel mío, simplemente, la intensidad me ahogó en sus penas y las almohadas me lloraron toda la noche. No dudo de que ella siempre estará conmigo, sigilosa. Estará para susurrarme al oído que jamás se desprenderá de mí. Jamás me dejará las alas para nadar por el mar del cielo. Intensidad, tú, que todo me diste y no me deja marchar.