jueves, 22 de mayo de 2014

No quiero

Aquel día que me dijiste eso. Aquel día en el que mis oídos sintieron un nuevo amanecer. Aquel día cuando creía que hablabas en serio. Pero ahora ya todo cambió. Ahora no sé qué decir. Me siento floja de palabras, porque las palabras se las llevó el viento hace tiempo. Ya no creo en ellas, me han mentido, me han desarmado por completo. Ya no creo en sus significados. Las evocas y se marchan con el fuego, se marchitan porque no llegan a buen puerto. Ahora soy yo la que no está bien pero debe seguir adelante. Sola, completamente sola. Las mentiras me atraparon y me dejé llevar. El mundo que imaginé me dio un tropezón y se fugó por la puerta trasera de mi casa. Creí esas palabras, las saboreé, las besé y las acaricié durante segundos. Minutos. Horas. Pero, después de ver que ellas me engañaban, me quité el velo y vi que esto no podía seguir así, vi que todo era una farsa con payasos y marionetas. Era aquella marioneta desalmada, aquella marioneta rota, aquella marioneta ilusa de palabras y de sueños incumplidos. Fui tonta al principio, y lo sigo haciendo ahora, fui ingenua aquel día y lo sigo siendo ahora. Realmente no sé que he perdido, tampoco sé lo que he ganado. Pero sé que al menos yo si sentí. Sentí hasta quedarme sin habla, sin fuerzas. Llegué a lo más alto. A la cima, a la cúspide de este sentimiento. Viví de un recuerdo mucho tiempo y sigo viviéndolo ahora. Tengo miedo de seguir hablando. No quiero equivocarme de nuevo. No quiero arrastrarme. No quiero ser más la del olvido y la de los días de alcohol. No quiero ser la última piedra. 


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